Aficionados con vocación
Este espacio tiene el propósito de alentar y reconocer a las personas que se distinguen por la voluntad de poner al servicio de otros sus saberes por el placer de compartir y aprender de otros.
Creemos que este impulso es un rasgo de una auténtica enseñanza, por esto debemos valorarlo altamente y hacernos responsables de nuestras pasiones, dones y/o virtudes a favor de la interdependencia en la transformación y evolución humana.
Es un placer para nosotr@s abrir esta nueva Puerta de la Pedagogía compartiendo un relato de la Autobiografía títulada " El Álamo del camino" del escritor Saul Espino Benavides.
Aquella tarde que visitamos el Monumento a Benito Juárez tuvimos el gusto de encontrarnos con Saul al que reconocemos como un " aficionado con vocación" ya que su persona manifiesta las verdaderas cualidades de un maestro que acompañado de su don de esculpir gemas y cuarzos captó toda nuestra atención y con amabilidad nos orientó en el tema de cómo trabajar estas piedras.
Hacer lectura de su Autobiografía ha sido una experiencia muy agradable. Entre líneas pudimos ver un reflejo de vivencias propias, saberes y de nuestro interés por la " grandiosidad de Eyéurmame Kuwira"(pág.43).
A continuación compartimos uno de sus relatos:
El Álamo del Camino
....Mi diálogo, que por decirlo así, lo llamaba monólogo humano direccional a mi persona, más, aún sabiendo que no lo era en forma alguna, puesto que mi interlocutor era ese ente elemental El Álamo, desde el principio ha tomado el papel de amigo, confidente, hermano hasta padre, no hacían falta palabras, en razón de que el entorno me daba señales de comprensión y respuestas a mis más hondas dudas, no había hasta entonces nadie en el mundo que supiera más de mi que El Álamo, dado que le confiaba todo lo que me sucedía favorable o desfavorable.
Saúl
Los hermanos energéticos
Todo era un desfile de sonidos y colores, pudiéndome dar la oportunidad de explotar mis sentidos ante tanto derroche de información, al permitirme estar atento de los acontecimientos alrededor del Álamo, de ahí salió la fraternidad con el cenzontle, ocurrió que, estaba descansando un poco, sentado en un constante de el árbol, y , mi bicicleta a lado, silbaba para hacer pasar el tiempo, mientras eso pasaba, una ave se postró en una de las ramas del Álamo, por lo cual, el aviso de este, fue energético como una pequeña carga en mi espalda, anunciándose que las patas del ave se había alojado en una de sus ramas, seguí con mis melodías...
Saúl